12 Pasos Para Una Vida Saludable

Existen dos formas de llevar la vida: una con salud, otra, sin ella. Cuando gozas de una vida saludable, defines objetivos, priorizas cosas, corres para lograr una ascensión en la carrera, buscas el éxito, vas atrás del amor, constituyes familia y, vas viviendo tu día a día, enfrentándolo con garra. Pero, si pierdes tu salud, o alguien que te es muy importante la pierde, todo se detiene y lo que antes tenía sentido, pasa a no tener significado. Todo lo que anhelas es restaurar tu salud, o tener a quien te es afectivamente querido, bien de nuevo.

¿Ya viviste eso alguna vez? Yo ya lo he vivido más de una vez. Y es justamente por eso, que, entendí a lo largo de los años que tener salud es la cosa más importante de la vida. Llevar una vida saludable es una de las creencias más centrales de mi existencia. No tiene sentido alguno tener una vida sin salud. Como ejemplo, tengo un grupo de buenos amigos que siempre me dicen que uno de los propósitos de la vida es crear riqueza. Siempre que ellos lo dicen, retruco diciendo que de nada vale crear riqueza si el costo es la destrucción de la propia salud.

Además, tener una vida saludable no es sólo importante para tu vida presente, es fundamental para la longevidad y calidad de vida en los muchos años que vendrán. Quiero afirmar que, si desistes de una vida saludable hoy, el costo no se siente apenas en el presente, viene a lo largo de los años. Viene de dos formas muy crueles y difíciles de cuantificar en el presente: vas a vivir menos, y lo peor, vas a vivir con una calidad de vida mucho peor.

Pensando en eso, escribo a continuación algunas sugerencias para que comiences a tener una vida saludable, hoy. Sé que eso es sólo el puntapié inicial y voy a abordar algunos de esos temas en mayor profundidad en otros artículos. Si las aplicas, te traerán grandes beneficios.

1. Cuídate

Según la Organización Mundial de Salud (OMS), “salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y, no solamente, ausencia de enfermedad”. Tal Órgano invierte seriamente, con el intuito de influenciar gobiernos y organizaciones, en la mejoría de los niveles de salud en el mundo. Pero, ¡el punto de partida eres tú!

Cuidar tu salud es tu responsabilidad y cuidar de ti mismo ayuda mucho en tu autoestima y en tu estado de completo bienestar. Eso afecta muchas áreas de tu vida y es, también, muy complejo. Por más que cuentes con buenos profesionales para ayudarte ninguno de ellos tiene condiciones de mirar tu vida como un todo, pues cada profesional es especialista en un área y, en realidad, sólo tú sabes de ti mismo, completamente. Te toca entonces, elegir, reclutar y liderar profesionales competentes, en la búsqueda de una vida saludable. ¡Buena suerte!

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Estetoscopio (Foto: Hush Naidoo /Unsplash)

2. Busca buenos profesionales de salud

El primer paso es buscar un buen médico, un buen dentista, un buen psicólogo, un buen nutricionista, un buen preparador físico. Llevar una vida saludable es muy serio y no te recomiendo que lo hagas de cualquier manera, por medio de ideas pasadas de boca en boca o vía internet. Buenos profesionales van a poder ayudarte a entender tu estado de salud, montar un plan específico para su mantenimiento o cura, acompañarte durante el proceso, y orientarte para vivir bien a lo largo de la vida.

Recuerdo cuando necesité un traumatólogo debido a un dolor paralizante en la espalda, consecuencia del esfuerzo de colgar mi bicicleta en la pared, después de un entrenamiento. El dolor era tan intenso que yo no conseguía ni siquiera cargar a mi bebé, más que algunos segundos. Después de estudios de imagen y de ambulatorio, me dieron a conocer el diagnóstico.

Presentaba protuberancias en dos discos intervertebrales, y se me recomendaba un tratamiento de refuerzo muscular. Si así lo hiciera, el dolor desaparecería y el cuadro, entonces, sería revertido. Si, al contrario, no siguiera lo recomendado, en breve me encaminaría para la adquisición de hernias de disco… ¿Se dan cuenta de la magnitud del problema?

Seis meses luego de un intenso entrenamiento funcional y ejercicios en academia, los dolores desaparecieron. Ando en bicicleta, sin sentir ninguna molestia, y cargo a mi bebé, para todos lados, sin que sienta incomodidad en la espalda. Ahora dime, si sería capaz de salir de aquel estado doloroso sin la ayuda de un buen médico y de un eficiente preparador físico. Apenas con ideas on-line no conseguiría una cura completa, ¿verdad?

3. Hazte exámenes regularmente

Si ya consultaste el buen profesional, luego del examen clínico, probablemente te pidió una batería de análisis de laboratorio y/o estudios de imagen. Haz visitas a tu médico regularmente, creando un hábito y haciendo los checkups con frecuencia. Los resultados de los estudios son el punto de partida para que tú y tu médico entiendan tu estado de salud actual y monten un plan, para que logres llevar una vida más saludable.

Además, es que justo en esos exámenes de rutina, tu médico y tú podrán detectar problemas incipientes que podrían llevarte a un futuro estado precario de salud. Eso le ocurrió a una gran amiga que por medio de su checkup anual, descubrió un cáncer en el pulmón izquierdo. Como se presentaba muy en el inicio, una cirugía lo removió, restaurándole por completo la salud. ¿Te imaginas si no se hubiera hecho su checkup y sólo fuera a descubrir ese cáncer unos dos años después?

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Mujer fumando (Foto: Emma Lopez / Unsplash)

4. Trabaja en la cura primera e interrumpe hábitos que destruyen tu salud

Si en los exámenes iniciales, junto con tu médico, descubres algún problema de salud serio, como el cáncer de mi amiga, o alguna enfermedad crónica, como presión alta, diabetes, depresión o pánico, por ejemplo, o si tienes alguna condición asociada a hábitos que destruyen tu salud, como disturbios alimentarios, obesidad, alcoholismo o si fumas, lo importante es tratar prioritariamente esos ítems. El foco inicial debería ser primero rescatar tu salud y, a continuación, establecer una rutina de hábitos, para que una vida saludable pueda proporcionarte bienestar por muchos años.

5. Haz una evaluación nutricional y física

Es casi seguro que tu estás encima del peso, comiendo de forma inadecuada o aún sin condicionamiento físico. Si por lo menos una de esas opciones es verdadera, o peor, si las tres son, mi sugerencia es que consultes un nutricionista y un preparador físico y te sometas a una evaluación. ¡Si ellos trabajan juntos, el rendimiento será mejor!

Hace algunos meses, hice exactamente eso. Al llegar a la primera consulta me preguntaron cuál era mi objetivo y contesté, simplemente, que quería tener salud. Como ya practicaba ejercicios regularmente (ciclismo y natación) y no me pensaba estar encima del peso, pensé que iba a recibir instrucciones para ajustar algunas cosas, apenas.

¡Qué engaño! Tras la evaluación, descubrí que me encontraba en una faja moderada de riesgo coronario, debido al exceso de grasa en la cintura, y, que mi práctica deportiva era muy buena para mi salud mental, pero insuficiente para hacerme perder el peso necesario y reducir el riesgo coronario.

A partir de esa evaluación, montamos un plan específico para mi perfil y, después de once semanas, 9 cm de cintura y 9kg de grasa menos, salí de la zona de riesgo coronario. Además, establecí una nueva rutina alimentaria y de entrenamiento más adecuados, que se incorporaron a mi vida de forma tranquila y perenne (contaré más sobre eso en otro artículo).

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Comida saludable (Foto: Brooke Lark / Unsplash)

6. Mejora tu alimentación para tener una vida saludable hoy y siempre

Mi suegro, que es Cirujano General, siempre me dijo que, si optara por hacer algún cambio alimenticio con la intención de obtener sus beneficios de manera plena, que lo hiciera cuanto antes. Por eso te digo: no esperes a llegar a los 65 para pensar: “¡Ay! ¡Todo está perdido! Preciso cambiar mi alimentación”. Hazlo a los 45 o a los 25 y mejora y mucho tu calidad de vida, en el presente y en los muchos años que vas a vivir, en la denominada tercera edad. Además, si te cuidas bien y si no sufres ningún accidente o enfermedad repentina, las posibilidades son muy buenas de la mejor parte de tu vida sea justo después de los 50 años.

Voy a profundizar ese asunto en otro artículo, pero lo más importante aquí, es comenzar a mejorar tu alimentación ya, apoyado por un buen nutricionista. No precisas salir del junk-food total para el “celibato” de la alimentación, ¿vale? Lo importante es comenzar a mejorar y sentir los beneficios en tu cuerpo. De todo lo que cambié, cuatro cosas me hicieron mucho bien. Son ellas:

Hacer buenas elecciones en el supermercado. Lo que llevas para tu casa es aquel que tu familia y tú van a comer. Si reduces o no llevas tentaciones y alimentos malos, tu salud ya saldrá ganando.

Menos alimentos procesados y más naturales. Además de hacer un bien enorme, aumentar la ingestión de alimentos no procesados, tal actitud reducirá tus gastos con la alimentación.

Aprende a cocinar. Cuanto más cocines, más control tendrás sobre lo que ingieres. El beneficio extra aquí es que, al hacerlo, seas hombre o mujer, vas a terminar quedándote más tiempo cerca de tu familia.

Orgánicos. ¡Son deliciosos! Así de simple. Más caros también, ¡es verdad! Si eso fuera un problema, adopta orgánicos en sustitución a los alimentos con mayor probabilidad de impregnación por agro tóxicos, como verduras y frutas.

7. Mejora tu condicionamiento físico

Si crees que hablar de actividades físicas es más fácil que hacer, ¡eres una persona normal! Con tanta cosa para hacer en el día a día, ¿cómo vas a encontrar tiempo para hacer actividad física? Eso sin mencionar la pereza…

Comenzar y dejar el sedentarismo de lado no es fácil y la sugerencia es que hagas algo que te guste mucho. ¿Te acuerdas de lo que te gustaba practicar cuando eras niño o adolescente? Es eso a lo que me refiero. En mi caso, era andar en bicicleta, ¿y en el tuyo?

De a poco y en la medida en que el condicionamiento vaya mejorando, podrás ir aumentando la frecuencia y la intensidad, hasta llegar a un punto en que tu cuerpo va a pedirte más ejercicios, y, a partir de ahí todo será más fácil.

Todavía mejor sería unir la actividad física con el entretenimiento. En mi caso, todos los domingos llevo a mi bebé para pasear en bicicleta conmigo. Es un entrenamiento muy divertido y, en medio del trayecto, siempre paramos para hacer un picnic en el parque.

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Durmiendo con el mejor amigo (Foto: Rafal Jedrzejek / Unsplash)

8. Cuida tu sueño: cantidad y calidad

Dormir es tan fundamental como comer o respirar. El problema es que, ni siempre, consigues hacerlo en la cantidad y calidad recomendables. Como ya comenté antes, si eso representa un problema serio, o si está sufriendo de insomnio, te sugiero que consultes a tu médico y juntos desarrollen un plan, para que puedas tener un buen sueño. Eso va desde sedativos durante una fase de vida particularmente estresante, a tratamientos sofisticados y cirugías. El campo aquí es amplio y debe ser una prioridad si quieres tener una vida saludable.

En el día a día, sin embargo, tengo una sugerencia práctica que funciona muy bien para mí. A ver:

Por lo menos una hora antes de dormir:

  • Para de mirar pantallas, como teléfono, TV, computadora y tabletas;
  • Desliga el teléfono y ponlo para cargar, en el salón;
  • Reduce las luces de la casa (¡principalmente si tienes niños!); y
  • Al acostarte, toma un libro, tipo novela o cualquier otra lectura liviana y comienza a leer. No puede ser una lectura que te deje ansioso ni nervioso, ¿vale?

Conmigo, en general, con relación al libro, después de algunas páginas, él cae de mi mano. Es entonces que me despierto e insisto en continuar la lectura. Cuando cae por segunda vez, yo pongo el libro en la cabecera, apago la lámpara y sigo durmiendo inmediatamente. Algunas veces, es mi esposa que recoge el libro, lo guarda y apaga la lámpara de mi lado…

9. Evita pensamientos negativos

Existen dos tipos de problema en tu vida: aquellos sobre los que tienes algún control sobre ellos y otros, para los que no tienes ningún control. Para los primeros, la sugerencia es simple: haz lo que puedas para intentar resolverlos. Para los segundos, mi idea es que los acepte y, con eso, sufrirás menos.

Recuerdo cuando a mi abuela le diagnosticaron el Mal de Alzheimer. Fue un golpe para la familia y todos nos quedamos muy tristes. Sufrimos mucho con todo aquello durante más de nueve años. Después de una fase inicial, en la que hicimos de todo para encontrar una solución que no existía, acabamos por aceptar su condición, y nos concentramos para ofrecerle el máximo confort posible. Era lo que estaba a nuestro alcance.

Llevaré por el resto de mi vida el recuerdo de la última sonrisa que me dedicó y, con la que sentí que me reconoció de verdad. Fue un raro momento de lucidez, unos dos años antes de fallecer. Fue un regalo. Que estés bien. Que estés con Dios, abuela…

10. Lleva una vida de propósito

Ya traté de ese tema en otro artículo, “Viviendo de propósito”, pero me gustaría recordar que tener un propósito de vida, tener consciencia del mismo y dejar que funcione como una brújula que guía tus comportamientos y acciones, no sólo aumenta tu longevidad, sino que permitirá que lleves una vida saludable.

El impacto es directo en tus elecciones y en tu calidad de vida. El primer paso es tomar consciencia de tu propósito de vida. Si quieres empezar una reflexión sobre el tema, te sugiero que leas el segundo artículo que escribí a ese respeto, “Cómo tomar consciencia de tu propósito de vida”.

11. Ten una vida profesional alineada con tus valores y propósitos

Eso es fundamental, principalmente en los años en que necesitas una actividad profesional remunerada para sostener tantas otras cosas en tu vida . Si ya trabajaste con alguna actividad, con alguien (en general el jefe) o, en algún lugar en que tus valores eran muy diferentes de los tuyos, o, cuyo propósito iba en la dirección contraria a tu propósito de vida, lo sabes, por experiencia propia, que tu salud sufrió bastante con eso.

Lo peor es que, en general, tal condición se vuelve crónica, y que de a poco va degradando tanto tu salud como tus relacionamientos fuera del ambiente de trabajo. Mi sugestión en esas situaciones es la de planificarse y cambiar de rumbo, sea dentro de la organización donde está, o para fuera de la misma o, cambiar de carrera.

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Reencontrando amigos (Foto: Matheus Ferrero / Unsplash)

12. Cultiva buenos relacionamientos interpersonales

Si pasaste por fases en las que había conflicto con personas muy próximas, sabes cómo eso le quitó brillo a tu vida, tu sueño y perjudicó tu salud. Quien ya pasó, por ejemplo, por una separación con hijos pequeños, sabe bien de lo que estoy hablando.

Por otro lado, tener un buen relacionamiento con el cónyuge, la familia y amigos te enriquece como persona, mejora tu bienestar y vuelve tu vida saludable, más placentera y feliz. Ya viví en nueve ciudades distintas y te puedo decir con tranquilidad, que fui más feliz en aquellas en las ¡que tenía el mejor grupo de amigos!

Crédito primer foto del artículo – Madre e hija estirandose (Foto: Evgenyatamanenko / iStock)

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