Sentir estrés en el trabajo es algo común. Se trata de algo tan común que, en una multinacional donde trabajé hace algunos años, era el ítem que ocupaba el tope de la lista de las preguntas realizadas por la médica de trabajo cuando cualquier persona pasaba por el ambulatorio al mediodía. “¿Está estresado?”, preguntaba ella. Me acuerdo que, entre nosotros, siempre reíamos, al final, en nuestra cabeza, la respuesta era obvia: “Sí, estábamos estresados siempre!”. La duda era apenas la intensidad.
Y es justamente ese el punto que precisa atención con relación al estrés en el trabajo: la intensidad y nuestra capacidad de lidiar con él. Un poco de estrés puede ser positivo para que desempeñes bien tus funciones en el trabajo. Él te mantendrá alerta, con energía y motivado. El secreto al lidiar con estrés en el trabajo es identificar la cantidad e intensidad a partir de la cual él comienza a causar mal a tu salud y bienestar, afectando tus relacionamientos, tu performance y calidad de vida.
Según la Asociación Americana de Psicología, un ambiente de trabajo estresante puede contribuir para que:
A corto plazo, tengas dolor de cabeza, dolor de estómago, estés irritado y sientas dificultad para concentrarte.
A largo plazo, genere ansiedad, insomnio, aumento en la presión arterial y disminución en el sistema inmunológico, dejándote más susceptible a enfermedades, tales como: obesidad, enfermedades cardíacas y hasta depresión.
Para empeorar todavía más esta situación, si estás expuesto a estrés crónico y de alta intensidad, es probable que, para luchar con el estrés en el trabajo, desarrolles hábitos que son perjudiciales a tu salud. Entre ellos, los más comunes son: ingerir comidas no saludables, como azúcares y carbohidratos refinados, fumar demasiado y abusar de drogas y alcohol.
Complicado, ¿no? Por supuesto. Triste también, para ti y para las personas que te aman.
Son varios los factores que causan estrés en el trabajo. A continuación enumero algunas de ellas, basado en el trabajo de L. R. Murphy en “Gestão do Estresse Ocupacional, status atual e direções futuras”. Sólo de escribir sobre esos factores, recuerdo de muchas situaciones por las que pasé y es imposible no revivir algunas emociones desagradables. Sin embargo, creo que corresponde, ya que, somos expuestos a muchas de esas condiciones en el día a día de trabajo. Imagino que eso también pueda pasar por tu cabeza. Tranquilo, ¿vale?
Factores relacionados al trabajo en sí: sobrecarga de trabajo, falta de autonomía, turno de trabajo, falta de preparación para desempeñar tus funciones, ambiente físico donde trabajas, aislamiento.
Tu función en la organización: nivel de responsabilidad (cuanto mayor, peor), conflicto de funciones (cuando tienes más de un jefe), falta de claridad sobre tus responsabilidades.
Desarrollo de tu carrera: miedo de ser dimitido, quedarte estacionado en la carrera, ser promovido rápidamente y de forma excesiva, falta de satisfacción con tu carrera como un todo.
Tus relacionamientos en el trabajo: relacionamientos insatisfactorios con jefe, pares, subordinados o clientes, acoso moral o sexual, falta de confianza en las personas a tu alrededor.
Clima y estructura organizacional: falta de participación en el proceso de decisión, estilo de administración predominante en la organización incompatible contigo, mala comunicación o inexistente, falta de canales formales para hablar y lidiar con tus problemas dentro de la organización, sentimiento de injusticia.
Equilibrio entre vida y trabajo: conflicto de funciones y responsabilidades, familia expuesta a peligros oriundos de tu elección profesional.
Finalmente, pienso que también vale la pena comentar que es común tener más de un factor en acción, como por ejemplo, cuando tu trabajo te exige mucho, pero, al mismo tiempo, tienes poco control sobre el mismo. Situaciones como ésta generan un sentimiento de falta de poder, de apatía e impotencia. Esos factores, en conjunto, potencializan los efectos nocivos del estrés.
Tomando como base la experiencia de vida de mucha gente con quien conviví, incluyéndome a mí mismo, en general, el estrés en el trabajo no es algo que ocurre de una hora para otra, de forma aguda. Normalmente, se desarrolla con el tiempo de forma crónica. Eso significa que, si no te cuidas, empeorarás en el cuadro a lo largo del tiempo. Y como si fuera un videojuego. A cada “fase” que pasas, el juego se va volviendo más difícil y los efectos más nefastos para tu salud y para tu calidad de vida.
Sintomas distintos aparecen en cada una de ellas. Si prestas atención, podrás identificarlos y, a partir de ese diagnóstico, pasar a actuar para aliviar tu condición. El secreto aquí es hacer el diagnóstico lo más pronto posible y tomar actitudes para lidiar con las causas del estrés, ya que, en las etapas iniciales, es más fácil actuar. Si no haces nada y los factores, causas y contexto que provocan el estrés, permanecen, la tendencia es que te hundas en un pozo cada vez más profundo, con consecuencias muy desagradables para tu salud y relacionamientos.
De todo lo que investigué, el material que me pareció más útil para ti es el artículo » El alto costo del cuidado: hacer frente al estrés en el lugar de trabajo al compartir”, por B.L. Anschuetz, Epilepsy Ontario. Publicado el 29/Nov/1999, te ayudará a identificar la fase en que te encuentras, cuáles síntomas pueden estar presentes y lo que puedes hacer para reverter el cuadro. A continuación, reproduzco una parte del artículo para que reflexiones.
Las primeras señales de alerta son, muchas veces, más emocionales que físicos y pueden llevar un año o más antes de ser percibidos.
Síntomas: sentimientos leves de ansiedad, depresión, tedio, apatía y fatiga emocional.
Qué hacer: hablar sobre tus sentimientos con tu familia y amigos, salir de vacaciones, practicar ejercicios físicos, alimentarse correctamente, no sabotear tu sueño, favorecer cambios en las actividades del día a día, organizar mejor tu tiempo y dedicar más del mismo para ti mismo.
Las señales de alerta progresaron y se intensificaron. En un período de seis a dieciocho meses, cuestiones físicas pueden volverse visibles.
Síntomas: disturbios de sueño, resfriados y dolores de cabeza más frecuentes, dolor muscular, fatiga física y emocional intensificada, distancia de la convivencia con las otras personas, irritabilidad y depresión intensificadas.
Qué hacer: transformaciones más agresivas de estilo de vida serán necesarias. Si no las favoreces, el cuadro tiende a empeorar. También se recomienda terapia de corto plazo.
Esta fase ocurre cuando los factores mencionados anteriormente continúan a ser ignorados. El estrés comienza a crear un impacto más profundo en la carrera, vida familiar y bienestar personal.
Síntomas: aumento del uso de alcohol, cigarrillo, automedicación, depresión, fatiga física y emocional, pérdida de deseo sexual, úlcera, peleas con el cónyuge, eventos de llanto, ansiedad intensificada, pensamiento inflexible, distanciamiento del mundo, inquietud e insomnio.
Qué hacer: solucionar las fases anteriores será insuficiente para revertir el cuadro de la fase 3. La recomendación aquí es buscar la ayuda de médicos y psicológicos.
Esta fase es muchas veces considerada «autodestructiva» y tiende a ocurrir luego de cinco a diez años de estrés continuo.
Síntomas: término prematuro de carrera, asma, problemas coronarios, depresión severa, autoestima y autoconfianza reducidas, inhabilidad para ejercer su trabajo, inhabilidad para administrar la vida personal, distanciamiento del mundo, rabia incontrolable, tristeza, ira, pensamiento suicida u homicida, temblor muscular, fatiga crónica extrema, reacción exagerada a eventos pequeños, agitación, accidentes frecuentes, descuido, olvido y paranoia.
Qué hacer: intervención por profesionales de salud (médicos y psicólogos) es crucial e imprescindible. Sin esa intervención, el cuadro no se revierte.
Finalmente, vale la pena añadir que mi intención al escribir este artículo fue apenas dar una luz sobre el asunto e iniciar tu reflexión sobre el mismo, idealmente aún en el principio del proceso. Si al leer este artículo, te parece que estás sufriendo de estrés en el trabajo, te recomiendo que consultes a tu médico o terapeuta y sigas sus instrucciones. Ambos estarán en mejores condiciones para ayudarte y acompañarte, ¿ok?
Crédito primer foto del artículo – Mujer estresada en el trabajo (Foto: Gpointstudio / Unsplash)