Poca gente se detiene para pensar sobre cuál legado personal y profesional le gustaría dejar. Cuando lo hacen, eso ocurre alrededor de los 40 o 50 años de edad. En ese momento de la vida, ya habrás acumulado mucha experiencia, muchas conquistas y empezarás a preocuparte para no permitir que todo eso se pierda. Y es justo en ese momento, que “dejar un legado” comienza, de hecho, a ganar relevancia.
Una vez, un CEO de multinacional donde trabajaba, ya con 53 años en la época, participó de un taller con todos los CEOs de los otros países. Cuando regresó, se deparó con un cuestionamiento inusitado. Su jefe le preguntó qué quería dejar de legado. Él no tenía una respuesta – en verdad, nunca había parado para pensar sobre ese asunto. El jefe, entonces, le pidió que reflexionara durante una hora y escribiera en un papel lo que quería dejar de legado…
Aunque eso sea válido – pues al final, mejor tarde que nunca -, pensar en el legado que queremos dejar debe ser realizado lo antes posible. En mi opinión, si lo tienes claro ya desde el comienzo de la carrera y persigues este objetivo, con seguridad, tendrás grandes beneficios, seas el dueño de tu propio negocio o empleado de una organización. Te presento algunos motivos que sustentan ese pensamiento.
Crear un legado es la oportunidad de dejar una marca en el mundo y ser recordado por eso. Algo único, tuyo, que las personas van a conseguir reconocer y decir que aquello existe por tu causa. Es tu creación, ¡tu bebé! Algo para que sientas mucho orgullo y entender que fue tu forma de mejorar el mundo a tu alrededor.
Es la oportunidad de continuar influenciando la vida de mucha gente, aun cuando no estés más presente en el día a día, sea en la organización o en la convivencia familiar. Son los valores que plantaste y los proyectos que llevaste a cabo. Tu monumento que quedará allí, expuesto, para que todos lo observen y te recuerden.
Hace algunos años, mi padre resolvió escribir y publicar su biografía profesional. Llevó algunos años escribiendo el libro, junto a mi madre. Se dedicó y trabajó mucho. Cuando llegó la época de publicar, se quedó en duda. El valor del primer tiraje era alto y él no quería lanzar un libro para venderlo a los amigos. No había escrito para ganar dinero.
Le pregunté, entonces, por qué se había dedicado tanto al libro. Me respondió que quería dejarlo como legado, tanto para los nietos como para futuros militares, aquellos que estaban iniciando la carrera y que podrían ver, en su historia, una inspiración. Le sugerí que pagara por el tiraje inicial y donara los libros. Fue lo que hizo…
Durante meses, entregó personalmente un libro para cada una de las personas que habían marcado su carrera y para todas las unidades de enseñanza de la Fuerza Aérea. Sin duda, fue un momento muy especial y de gran realización para él.
Es muy gratificante trabajar día a día sintiendo que estás construyendo algo especial, algo de lo que sientes mucho orgullo, que va a sobrevivir y quedará para tus sucesores. Ese sentimiento es intenso cuando comenzamos a emprender y estamos involucrados en un negocio propio, con mucha libertad de creación. También es muy estimulante cuando trabajas para una organización y te das cuenta de lo mucho que tocas la vida de otras personas o que algo sólo existe por tu causa.
Recuerdo bien, cuando tuve mi primer hijo y la multinacional donde trabajaba inauguró una guardería para los hijos de las empleadas mujeres. Aquello me pareció fantástico y trabajé para que, si sobraran plazas, los funcionarios hombres también pudieran llevar a sus hijos. Al principio me fue negado, pero me dediqué, trabajé y conseguí que el beneficio fuera extendido para los hombres también.
Durante casi dos años, pude llevar a mi hijo conmigo para el trabajo. Años después, al volver a aquella empresa y entrar en el ascensor, vi un padre con su hijo en brazos. Sonreí y pensé conmigo mismo: “Él no sabe, ni nunca sabrá, pero sólo puede vivir ese momento con su hijo gracias a mí”. ¡Gané mi día!
Hace un tiempo, escribí un artículo sobre propósito de vida. En esa ocasión, abordé cómo el tomar consciencia de tu propósito podría ser una brújula para orientar tus decisiones y acciones en el día a día. Construir un legado profesional que esté íntimamente ligado a tu propósito de vida tiene exactamente el mismo efecto. Te va a brindar foco, fuerza, resiliencia, además de servir de inspiración y estímulo para perseguir el éxito en la carrera.
¿Entiendes el porqué de ser un desperdicio sólo pensar en eso a los 50 años? A esa altura del campeonato, ya conquistaste mucha cosa, pero perdiste la oportunidad de haber llevado una vida profesional más estimulante y de mejor calidad, inspirada por tu propósito de vida y por la voluntad de construir un legado que pre-definiste. El secreto aquí es tener consciencia de eso a lo largo de la vida y dejar que él guíe tus elecciones profesionales.
Por definición, tu legado no es importante sólo para ti. Es también para las personas que están a tu alrededor, que te influencian y son influenciadas por ti, que creen en lo que haces y dices, en tus ejemplos de vida, aquellas a las que consigues tocar el corazón.
Si trabajas de forma altruista, generosa y construyes el éxito con quien está a tu alrededor, vas a inspirarlas a tener fe en ti y en lo que haces. Esas personas se vuelven tus cómplices y van a llevar tu legado hacia adelante, justamente por querer que el éxito continúe.
Créeme, poca gente va a tocar ese asunto contigo a lo largo de tu vida profesional, aunque sean profesionales especializados en orientación de carrera. Lo más probable es que el tema sólo se vuelva relevante de verdad cuando llegues cerca de los 50 años. Sin embargo, te dejo aquí la provocación y espero que los argumentos expuestos te ayuden a pensar y, quién sabe, te lleven a definir de antemano el legado que pretendes dejar.
Mi deseo es que comiences a usufructuar los beneficios de construir una carrera consciente de tu legado y que puedas compartirlos con las personas que están a tu alrededor. ¡Buena suerte!
Crédito primer foto del artículo – Padre con hijo (Foto: Cecilie Arcurs / iStock)